
En primera instancia debemos tener en cuenta dos conceptos que en muchas ocasiones se suelen confundir, estos son hambre y saciedad.
Por hambre entendemos como la necesidad fisiológica de ingerir alimentos para satisfacer nuestras necesidades (carbohidratos, proteínas y grasas sin dejar pasar las vitaminas y minerales). Esto quiere decir que cuando tenemos hambre, el cuerpo fisiológicamente necesita de un consumo de energía, ya sea mínimo.
Por otro lado, el apetito es regulado primeramente por ondas sensoriales del cerebro, seguido por el sistema digestivo. Tenemos una regulación a corto plazo que es simplemente para dar inicio y fin a una comida. El inicio puede estar ligado con la visualización de los alimentos si su vista es agradable, con mayor razón se activara el sensor del gusto, mientras que si se ven mal, no se dará ni por poco el deseo de comerlos.
Sabiendo esto entonces, ¿podemos comer sin tener hambre realmente, aunque sientas que sí la tienes? Puede sonar extraño, pero esto sí puede pasar: nuestras costumbres alimenticias no solo se basan en las necesidades objetivas del cuerpo, sino también en otros factores como nuestras creencias acerca de la cantidad que es normal consumir cada día y lo que no lo es, y además de nuestras emociones ya que nuestra actividad cerebral varía según nuestro estado de ánimo y niveles de estrés. Esta es la razón que en el último tiempo se ha dado a conocer el término de comedor emocional.
¿Cómo saber si eres un comedor emocional?
Te presentamos aquí las ocho preguntas que tienes que hacerte para salir de dudas:
- – ¿Buscas comida por razones que no tengan que ver con tener hambre?
- – ¿Sabrías identificar entre hambre fisiológica o deseo de comer un alimento en concreto?
- – ¿Piensas frecuentemente en la comida?
- – ¿Te premias con la comida?
- – ¿Teconsuelas con la comida?
- – ¿Te entretienes con la comida?
- – Cuando piensas en una celebración, ¿se te ocurren actividades que tengan relación con comida?
- – ¿Disfrutas en otras actividades tanto como con la comida?
Si tuviste más de 5 respuestas afirmativas es posible que seas un(a) comedor(a) emocional.
Las 4 diferencias entre el hambre emocional y el hambre física
1. Modo de aparición
Por un lado, el hambre física va aumentando gradualmente, y normalmente el individuo tiene control sobre lo que come, así puede tomar decisiones nutritivas para alimentarse.
El hambre emocional, en cambio, aparece abruptamente y demanda satisfacción inmediata, y buscando sólo ciertas “comidas reconfortantes” como postres, chocolate o cualquier alimento con azúcar.
2. Sus causas
El hambre física se produce por algo muy simple: nuestro cuerpo necesita materia para mantenerse en funcionamiento y en buen estado.
El hambre emocional es una búsqueda de placer o para “llenar un vacío”. Es muy común cuando tienes demasiado estrés, ansiedad, te sientes solo y depresivo, o al contrario, cuando sientes euforia o felicidad excesiva como en una fiesta, boda, Navidad o Año Nuevo, etc. Existen diversas teorías que buscan explicar este fenómeno. Una de ellas habla de los recuerdos que quedan grabados en el subconsciente cuando de niños nos premiaban con dulces y esto era símbolo de afecto, por lo tanto el comer estos alimentos nos recuerda esta sensación. Otra teoría es que buscamos comer azúcar por el simple hecho de que eleva nuestros niveles de hormonas que generan placer, como la serotonina.
3. La sensación que dejan
Normalmente después de consumir alimentos por hambre emocional, aparece un sentimiento de culpa, arrepentimiento o vergüenza; ya que conduce a comer demasiado y tener atracones.
Esto ocurre al contrario del hambre física, la cual, en el momento de saciarla, produce una sensación de bienestar y satisfacción.
4. Facilidad con la que son saciadas
El hambre emocional es mucho más difícil de saciar; aunque se consuman dulces o postres, el efecto positivo tiene una corta duración y en unas horas, vuelve a aparecer. Esto se debe a que no es una necesidad fisiológica que se puede satisfacer con alimento, sino una necesidad afectiva.
Por supuesto, con el hambre física cada comida ingerida sí cuenta, y nos deja saciados durante horas
¿Cómo combatir el hambre emocional?
El primer paso para combatir esto es identificar, en el momento en el que nos da hambre, qué tipo es.
Si es física, sin problema podemos racionalizar y elegir lo que mejor nos pueda nutrir y satisfacer. En cambio, si es emocional, sería importante que detectemos qué sentimientos o emociones la han detonado y controlar nuestros impulsos para no comer chatarra o cosas con una gran cantidad de azúcar. En este caso, tratar de estabilizar nuestra necesidad por comer y optar por ingerir alguna fruta, verdura o tan solo un vaso de agua.
Una estrategia para controlar el hambre emocional es aprender a controlar tus emociones, no seguirles el paso al momento que aparecen, puesto que nos llevarán a tomar la decisión menos favorable para sentirnos satisfechos.
Todas las emociones, tanto las que nos evocan sensaciones placenteras y las que nos provocan sensaciones desagradables, tienen su por qué. Sin embargo, en la sociedad actual parece que está mal visto sentir o manifestar las emociones que nos provocan sensaciones desagradables y a quien lo hace se le atribuye características como de debilidad de carácter, descontrol o potencialmente peligroso.
Tener la capacidad de reconocer y poder expresar las emociones de una forma adecuada tiene un efecto muy positivo para nuestra salud tanto física como psíquica
Pero hablando de comer, está demostrado que el estrés, por ejemplo, suscita la conducta de comer como un modo de afrontamiento ante el mismo, convirtiéndose en un desencadenante de la sobrealimentación, promoviendo así el exceso de peso tanto en adultos como en niños
Otra opción un poco más práctica es hacer un menú para la semana. No tiene por qué ser dieta, sólo que sirva como guía y tratar de apegarse lo más que se pueda a él, sin atracones. Es importante que se haga la planificación de comidas en un momento de estabilidad emocional, para seleccionar los alimentos racionalmente y no emocionalmente. Al momento de sentir “hambre” y no saber de cuál es, es bueno preguntarse si en ese momento te comerías una manzana, pepino, atún, si la respuesta es no y en vez de eso, se te antoja algo con mucha azúcar, probablemente lo que estés experimentando el hambre emocional.
Todos en algún momento hemos comido sin tener hambre realmente, y no hay por qué avergonzarse de ello. Pero es importante que tomemos acción para que no nos siga afectando. El hambre emocional, además de traer repercusiones en la figura y por consiguiente en la autoestima, también puede acarrear enfermedades a causa de una alimentación no balanceada.
Si esto no se puede resolver de forma individual, los Psicólogos y los profesionales en nutrición pueden ser de gran ayuda para canalizar todas estas emociones atrapadas y lograr tener una mejor relación con la comida, de esta forma integral se logra llevar una vida más plena y sobre todo, saludable.
¡No te comas tus emociones!
Contacto:
Lic. Kelly Vanessa Vásquez Alvarado
Nutricionista clínica
Ig: buildinghealth04
Email: kellyvanen04@gmail.com
Telefono: 00 506- 8311 86 36
Ubicacion: interactive